domingo, 2 de junio de 2013

He terminado mi primer libro...

He terminado mi primer libro. Después de años de trabajo por fin he concluido mi labor. Aquella idea que brotó una aburrida tarde de domingo se ha materializado, me siento tremendamente satisfecho. Han sido horas, días, semana y meses de intenso trabajo; tiempo restado a mi ocio para que se hayan hecho realidad este puñado de páginas de Word de un archivo que se llama La plenitud de la Luz.  

Estoy muy satisfecho de mi trabajo, el argumento está perfectamente estructurado y está expuesto de forma clara y diáfana huyendo de las afectaciones de lenguaje de tantos escritores al uso. Sí es para estar realmente satisfecho. Los que lo han leído lo confirman y me dicen que es de lo mejor que  se han echado a los ojos últimamente. 

Pero ahora siento una sensación de vacío enorme. Todo ese trabajo, todo ese esfuerzo y dedicación, toda la ilusión ¿se van a quedar archivadas en una carpeta del disco duro del ordenador? No puede ser. ¡Esa sería la mayor tragedia! La gente tiene que conocer mi obra. Otros peores tienen sus libros publicados, están en las librerías, han salido en los medios de comunicación, se han hecho famosos. 

¡Dios, es como si no hubiese servido para nada! Ahora todo depende de otros. ¿Qué hacer? 

(por José María Toro, editor de Guadalturia) 

2 comentarios:

  1. Mi querido José María, bienvenido a la blogesfera y me alegro de que hayas sentido el vértigo de una novela y el vacío de acabarla. Para quienes no podemos parir, es como un fantástico sucedáneo. ¿No te parece?
    Un abrazo
    mm

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  2. Entiendo que el autor lo que ha expresar es esa sensación de vacío e incertidumbre que tiene todo escritor ante la escritura de una novela, cuya publicación siempre es un trabajo difícil y muy ingrato. Encuentro este post por twitter, y creo que esa es la situación en la que nos encontramos muchos. La red de pequeñas editoriales que aún siguen apostando por escritores relativamente desconocidos es, hoy por hoy, frente a la apisonadora del gran negocio editorial, la única tabla de salvación. Estas editoriales y sus dueños son pequeños héroes culturales que se atreven a exponer su propio dinero en beneficio de una causa tan difusa como la literatura.

    Fernando, F. Jota.

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